Dos observaciones generales:
1) en primer lugar, las manos con mucha distribución desafían cualquier conjunto de reglas
2) segundo, hay alguna sustancia en la teoría de Culbertson sobre la distribución, en el sentido que el patrón de la mano de un jugador, está estrechamente relacionado con la distribución de un palo dado.
El doblo penal del contrato final, de Sur, sin valores defensivos en la mano: Sur calculó que Norte debía tener un as y algún otro valor defensivo contra Este / Oeste.
La sola presencia de un palo de siete cartas en la mano de Sur le sugirió que todos los palos estarían de alguna manera de forma adversa para el declarante. Por lo tanto el doblo era una buena apuesta, con la ventaja adicional de ser posiblemente engañoso para el declarante, respecto de la ubicación de los valores defensivos. El resultado en este caso fue que Este, en la búsqueda de un honor de corazón en la mano de Sur, terminó perdiendo dos corazones y un diamante, y se fue dos abajo y dándole a Norte-Sur un TOP indiscutible.
Los resultados habituales fueron seis NT abajo una…pero sin doblar.
«Con demasiada frecuencia,» el autor concluye: «los buenos jugadores, pararan y pensaran con una mano prácticamente sin honores.» Bueno, podemos pensar en un par de contra-argumentos en contra del doblo sin valores, pero no hay duda que, en este caso particular, hay una buena cantidad de lógica en el pensamiento de Sur. Y estamos de acuerdo en que se requiere del pensamiento, incluso con la más aburrida de las manos.