Fuente: ACBL
La mayoría de los jugadores aprenden desde el principio que una manera de hacer bazas adicionales es «fallando perdedoras en el muerto.» Por ejemplo, si tenemos un palo de triunfo que consiste en A-K-Q-x-x en nuestra mano y x-x-x en el muerto, podemos crear una sexta baza, jugando una perdedora de un palo lateral para fallarla con uno de los triunfos del muerto, si el muerto esta fallo en ese palo.
Todavía deberíamos ser capaces de hacer cinco bazas de triunfo en la mano, teniendo en cuenta una división 3-2 de los triunfos en manos de los adversarios, para un total de seis bazas. Pero, extrañamente, esta idea de «fallar perdedoras en el muerto» a veces es una expresión para un cuento de viejas.
«Pero, espere un minuto, Mel. Cómo es eso? Sé que fallar una perdedora en el muerto me da una baza extra.»
Veamos esto más de cerca. ¿Qué es el muerto? Planteo esta pregunta para alertarnos sobre el hecho de que la mano sobre la mesa puede no ser «el muerto». El muerto real puede ser las cartas que estamos sosteniendo en nuestra mano como declarantes! La verdad es la siguiente: el muerto es la mano con el menor número de triunfos. A veces, por lo tanto, el muerto estará oculto a la vista.
[box]El muerto es la mano con el menor número de triunfos.[/box]
Fallar en la «mano larga» no importa donde esté, es una pérdida de tiempo en la mejor situación y en la peor es muy dañino. Podríamos perder la mejor línea de juego como declarantes si no vemos las cosas como lo que realmente son. Un ejemplo típico de cómo podríamos ser engañados hacia un carteo inferior, es cuando tenemos una subasta común, con un transfer, como con estas manos:
North | South |
1NT | 2 |
2 | Pass |
Supongamos que recibimos la salida, del K. Cuando el muerto, se tiende, nuestros ojos nos pueden engañar al pensar que deberíamos empezar de inmediato a fallar corazones en el muerto. ¡No! El muerto aquí no es realmente el muerto. Nuestra mano es el muerto. Recuerde, el muerto es la mano con el menor número de triunfos. En esta mano, el muerto real es el muerto escondido en nuestra mano. Si pudiéramos mentalmente caminar alrededor de la mesa y sentarnos detrás de las cartas de la mesa, podríamos ver mejor que no se requiere fallar en la mano fuerte – no tenemos ningún corto allí.
Si ganamos la salida a corazón, fallamos un corazón en el muerto (falso), cruzamos al A y fallamos otro corazón en el muerto (falso), quedarían tres triunfos en la mano larga. Entonces sería imposible destriunfar con una finesse y aún así ser capaz de jugar dos rondas más de diamantes para establecer la ganadora de la cuarta ronda. Nos quedaríamos sin triunfos. La línea correcta de juego es ganar el corazón de la salida y hacer la finesse de triunfo. Si la finesse funciona, podríamos jugar los triunfos altos. Suponiendo una división 3-2, entonces podríamos comenzar a trabajar los diamantes. Si la finesse no funciona, podríamos jugar los triunfos altos cuando recobramos la mano y, a continuación, como antes, atacar los diamantes. Veamos otra subasta con transferencia:
Con la misma salida del K, la linea correcta de juego es ganar con el as, cobrar A K, jugar el A K y luego fallar un diamante en el «muerto oculto» (la mano) antes de intentar de sacar el último triunfo. Nuestro objetivo no es fallar corazones en el muerto (falso). ¿Cuándo aparecen los muertos ocultos? Los muertos ocultos aparecen todo el tiempo, mucho más de lo que la mayoría de los jugadores se dan cuenta. Aparecen cuando hay más triunfos en la mesa de los que tenemos en nuestra mano. Aparecen cuando usamos:
1. Jacoby o Texas transfers.
2. Cualquier voz que muestra dos palos después de la cual el eventual declarante elige entre los dos palos largos. Los ejemplos incluyen el 2NT inusual, Michaels cue bid y DONT.
3. Cuando abrimos de 1 y nuestro compañero apoya ese palo, el respondedor frecuentemente tiene mas triunfos que el abridor.
Esté atento respecto de los muertos ocultos y trate de ser conscientes de la mejor línea de juego. Evite fallar en la mano larga para no correr el riesgo de quedarse sin triunfos. Trate de fallar en el lado corto, no importa donde esté realmente.