St. Petersburg Times – 6 Ago 1967 by Bob Saron
Rita y Dennis Hogan no siempre fueron los ávidos aficionados al bridge duplicado que son ahora.
La reciente aparición de diversas especies de animales en algunos de nuestros torneos de bridge indica que el bridge es más simple de lo que creemos, o los animales son más inteligentes de lo que pensamos. Al regresar de África hace varios años, Dennis trajo a casa un chimpancé bebé, que él nombró Bruce. Él le enseñó a Bruce a barajar y repartir un mazo de cartas en grupos de 13 cartas cada uno. Mediante la utilización de las capacidades de Bruce, Hogan fue capaz de acelerar sus juegos de bridge, el chimpancé siempre tenia la siguiente mano preparada y lista para los jugadores.
UN DÍA Dennis invitó a dos de nosotros para jugar un match. Bruce era el que preparaba las manos. Nuestro juego comenzó mal; después de varios rubbers, Rita y Dennis estaban ganando por unos pocos cientos de puntos. Bruce estaba tranquilo, sentado en la mesa de al lado preparando las manos, pero una vez que terminaba de preparar una mano, él trepaba con sus pies sobre la mesa, saltaba arriba y abajo, pretendiendo ver nuestro juego de la mano, sonreía ante un supuesto error, aplaudia lo que él creía que era una buena jugada, de alguna manera actuaba como un kibitzer un poco demasiado entusiasta. Aún así, no era tan malo, si a uno no le molestaba ver a un mono colgando de una lámpara de caireles mientras que entregaba su siguiente mano. Y de repente estas dos manos aparecieron:
Con ambos vulnerable, yo abrí de un corazon y Dennis dobló. Smokey encontró un redoblo. Rita dijo 2, y Yo 3. Dennis continuo con 3 mientras Smokey, que nunca se quedaba bajo en la subasta, declaro 4, que Rita decidió doblar.
Dennis gano las dos primeras bazas con el K y la Q y cambio al jack de espadas. Yo gane con el A, y continué con el A y K, y falle un trebol en el muerto. Después vino un triunfo chico del muerto, Rita jugo el 9 y yo gane con el J, y seguí con un triunfo chico al K, que Rita gano con el A. Rita podía ver que yo tenia los tréboles firmes, si jugaba una espada, ganaba en la mesa, hacia la finesse de triunfo y cumplía mi contrato, obteniendo el mismo resultado si ella volvía un triunfo.
Así que tuvo que volver un diamante, dándome un fallo y descarte, pero derrotando el contrato, porque si yo fallaba en mi mano, ya no podría volver a ir a la mesa y tendría que acabar jugando triunfos hacia ella -mientras que si yo fallaba en la mesa, no podía hacer la finesse de triunfo, y como yo tenía tres triunfos y ella dos, no podía generar un coup. Resultado – 200 por encima de la línea de los Hogan. Entonces Bruce nos dio nuestras próximas manos que para mi sorpresa eran exactamente las mismas que la mano anterior, excepto que Rita tenía mi mano y Dennis tenía la mano de Smokey. La única diferencia era que Rita tenía el 2 en lugar del 5 y Dennis tenia el 5 en lugar del 2.
DESPUÉS DE, dos pasos, Rita abrió de 1. Yo doblé y Dennis redobló. Él era probablemente el único en la mesa que se había dado cuenta desde el principio que las manos eran casi idénticas a la mano anterior, ya que el había sido el muerto. La subasta siguió exactamente de la misma forma que la mano anterior, pero cuando Smokey doblo los 4, Rita: vio que una carta en su mano era diferente y decidió redoblar. Nosotros hicimos dos diamantes y cambiamos a espadas, ahora estábamos defendiendo con las manos viejas de Rita y Dennis. El carteo fue exactamente igual que antes. Ella ganó con el A, cobró dos tréboles y falló el tercero, salio jugando un corazon chico y ganó con el valet cuando Smokey dividió sus iguales. Ella continuó con el 7 al rey; Smokey tomó con su as y me sonrió mientras salia jugando un diamante para darle un fallo y descarte. Esta era la situación:
Cuando Smokey salio jugando un diamante Rita fallo con el 2 y se sobre fallo en el muerto con el 5. Ahora jugo el K y Q, descartando tréboles, y cuando ella jugo el 4 Smokey estaba atrapado. Así fue como cumplió su contrato de 4 redoblados.
RITA miró con admiración a Bruce, pero él estaba comiendo su plátano y no nos prestaba ninguna atención. Sin embargo, cuando nos íbamos, yo estuve casi seguro de haber oído al chimpancé murmurar… «Nadie va a hacer de mi un hombre.»