13:08 2 February 2014 by GS Jade Barrett CsbNews correspondent
«He sido un hombre muy afortunado. He jugado en equipos campeones. Jugué en Canadá. He ganado algunos premios y estoy muy orgulloso de esos logros. Pero yo no creo que haya nada más grande que volver a casa y ser reconocido alli. Este es el pináculo» – Bobby Orr
Durante los muchos años de la Bermuda Bowl hemos visto muchos logros asombrosos de atletas de bridge de todos los niveles, edades, habilidades y experiencia. El éxito repentino de los mas nuevos (hace unos diez años más o menos Meckwell fue derrotado por un equipo con un total combinado de 364 masterpoints en un match head-up), la molesta sorpresa de ka derrota del poderoso equipo de George Rosenkranz: Mike Passell, Eddie Wold, Mark Molson, Bob Morris por el equipo conformad por Anne Hoffman, Chris Wiegand, Ethel Birnbaum y este autor hace unos quince años, y muchas otras emociones han sido presenciadas en este impresionante evento, pero pocos se comparan a las circunstancias de la última semana.
En el segundo nivel del campeonato Knockout en el Bermuda Regional, el equipo de Kerry Hicks, Brian Meyer, Tiger Li Li Williams y Patricia Riding reclamó el primer lugar, ganando su lugar en el escenario de entrega de premios.
Fue un viaje de más de treinta años en la competencia por el miembro más senior del equipo vencedor, que ademas nunca había subido las escaleras antes. Había estado muy cerca algunas veces en el pasado – matches perdidos en la ultima tablilla, finales milagrosos por otras parejas para arrebatarle la victoria en el último momento posible. Una residente de Bermuda, Riding habia tenido algunos títulos antes, pero nunca uno en un torneo nacional de su propio país. Y con sus años avanzados, parecía que este éxito siempre iba a eludirla.
Este torneo es agotador cuando el equipo es de seis jugadores, y jugar de a cuatro hicen la tarea aún más ardua. Sin embargo, Pat Riding mantuvo tenazmente su naturaleza competitiva, cometiendo algun error ocasional, pero jugando lo mejor posible, perseverando frente a los obstáculos, tanto al Padre Tiempo como a los feroces adversarios para adquirir el premio que le faltaba en su carrera por todas estas décadas.
A la edad de 88 jovenes años.