Contar la mano le da al declarante un margen adicional de seguridad por Easley Blackwood

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Contar las manos de los oponentes para determinar sus respectivas distribuciones le da una gran ventaja sobre el declarante que no se molesta en contar en absoluto. A veces puede obtener una cuenta exacta después de ocho o nueve bazas jugadas. Ocasionalmente puede hacerlo mucho antes. Y en algunas manos nunca se puede contar. Todo depende de la composición de la mano en cuestión.

Dador Norte. Norte – Sur vulnerables

Mrs Keen

En la mano de hoy el contrato de la señora Keen no estaba en peligro, pero ella ganó una baza extra contando cuidadosamente. Abel salió con el as de corazon y siguió con el 10. Por esto parecía que no tenía cuatro corazones.

Confirmación

Con cuatro cartas de corazón, él hubiera seguido con su cuarta carta en la baza dos. Esto confirmó la suposición de la señora Keen de que Miss Brash tenía cinco o más corazones para su sobre-declaración. Miss Brash ganó la segunda baza con el valet de corazon y cambió al cuatro de trebol. El problema de la señora Keen era averiguar quién tenía la dama de diamante ya que como se ve, podía hacer la finesse para los dos lados.

Ganó la tercera baza con el rey de trebol del muerto y jugó el rey de espadas. Trabajando para la cuenta del palo de trebol, ella siguió con un trebol pequeño del muerto y lo falló con el diez de espadas. Cobró el as de espadas y notó que cada defensor había comenzado con dos cartas en ese palo.

Ultimo corazon

Ahora ella jugó su último corazón y lo falló en la mesa. A continuación siguió con el as de trebol en el que descartó el tres de diamante de la mano cerrada. Cuando jugó el último trebol del muerto y lo falló, la cuenta estaba completa. Aquí Abel descartó un diamante. Como Abel había comenzado con tres tréboles, estaba claro que Miss Brash había comenzado con cinco, Miss Brash también había comenzado con cinco corazones y había seguido el palo de espadas dos veces. Por lo tanto, sólo tenía un diamante. La señora Keen jugó el rey de diamante y continuó con el nueve de diamante, y con confianza lo dejó correr, sabiendo que la señorita Brash … ya no tenía cartas en ese palo.