St. Petersburg Times – Nov 5, 1971
Una vez me di por vencido y deje el bridge. Fueron los 20 minutos más largos de mi vida. Si, quiere saber toda la historia, le cuento que se produjo inmediatamente después de la mano de hoy. Debo advertirle que no se tolerarán risas. (Y unas cuantas lágrimas serán muy apreciadas.)
Sur Dador Ambos Vulnerable
Salida: K
Oeste, un demonio con forma humana (para acuñar una frase), salio con el K. Dejé que él hiciera la baza, y él continuó con la Q. Gané con el A, y debería sentirse orgulloso de la raza humana al ver la forma en que jugué las próximas bazas.
Dos vueltas de triunfo, después dos espadas altas y finalmente un trebol. Oeste gano con el J y despreocupadamente devolvio la jota de diamantes.
Sin darme cuenta en el momento de la depravación total de mi oponente de la izquierda, asumí que había salido de algunos diamantes encabezados por el J-10.
Naturalmente deje correr el valet a mi Q. Y volví un diamante. Oeste jugo chico y yo hice la finesse con el 9 del muerto.
El Cacareo
Este gano con el 10 y volvió otro diamante al A de su partner. Ustedes nunca deben haber escuchado el cacareo que se produjo en su vida. Cuando pude hacerme escuchar, era obvio que cualquier carta que jugara Oeste que no fuera un diamante me regalaba baza y que jugar un diamante era igualmente inutl. Pero el J era la única carta que me obligaba a adivinar.
También quiero señalar que la jugada de Oeste no me hubiera engañado sino hubiera sido por un resfriado; ademas yo ya estaba dejando el bridge porque sólo los idiotas lo jugaban, especialmente esos idiotas que no podían dejar de reírse. Así que ahí tienen la historia completa. No fue uno de mis mejores momentos, pero vale una lágrima o dos de cualquier persona sensible.