Asi me conto Federico Goded:
Fue para mí una gratísima sorpresa ver la entrevista que hizo Angie Bach de mi admirado Evelio Puig-Doria. Si hay alguien que merezca un capítulo aparte en este mundo del bridge es Evelio. Como jugador, como amigo y sobre todo como persona. «
De mi ya larga memoria hay pocos recuerdos más gratos que los que compartí con mi admirado Evelio Puig-Doria en el Otoño de 1994, en Seattle.
Evelio era el capitán, el animador, el organizador y hasta el traductor. De inglés andaba escaso pero consiguió que se dirigieran a él en catalán. Nunca dejaba de sorprendernos con alguna peripecia en la mesa de juego o esa forma tan peculiar de sacarle punta a lo más trivial para que pareciera importantísimo.
Creo que no paré de reír en quince días. En la víspera de regresar y a modo de regalo por algún impasse acertado me llevó a la juguetería más grande del estado de Washington y me dijo:
– ¿Qué edad tiene tu hija Alejandra?
– Quince meses. Ya está así de alta…
– Pues elige un peluche mucho más grande que ella. Así tendrá un amigo más tiempo.
De aquella juguetería salimos con un oso-panda más grande que yo mismo.
Viajamos por medio mundo sentándole a nuestro lado, ocupando asiento y asomándole a las ventanillas para que reconociera las costas europeas. ¿Cómo olvidarlo?
Durante muchos años el oso fue el compañero inseparable de mis dos hijas menores. Hoy en día Alejandra es astrofísica y Leticia filóloga.
Aquella niña de un año es operadora de telescopio y trabaja en un proyecto de búsqueda de vida en otras galaxias.
El oso-panda, un poco deteriorado por los abrazos recibidos tantos años, permanece en su habitación. De planetas y de literatura sabe un montón.
Cada vez que alguna de mis hijas regresa a casa le da el abrazo de rigor y le comunica las novedades antes de contárselas a su padre. Hay prioridades.