Sarasota Journal – Oct 23, 1975 por Dan Howe
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La columna de hoy contiene una más de nuestras historias impresas originalmente en la revista Bridge World hace algúna docena de años. Cualquier parecido con personas reales vivas o muertas es, por supuesto… bueno UD ya sabe:
Pero en distintas columnas de bridge aun podia leer sobre las Little Old ladies, y nunca me había dado por vencido sobre conocer alguna – al igual que con el Abominable hombre de las nieves, que tiene sus partidarios acérrimos. Una noche recientemente pensé que había encontrado una pareja, tal vez la última de la especie casi extinta. Vinieron a la deriva hasta mi mesa en un aura de lavanda y encaje antiguo. Con modos primorosos y cortesia parecían estar pagando una especie de reverencia a mi condición de escritor. Les sonreí gentilmente.
Se jugaban tres tablillas por mesa. Mi pareja y yo estábamos Norte-Sur, y las damas sostenian las cartas de Este-Oeste, aquí la primera tablilla:
Las damas expresaron sus declaraciones, con murmullos apagados. Incluso tenían un aire de disculpa por haberse quedado con el contrato.
Contra los tres sin triunfo de Este, yo, con las cartas del Sur sali con el K. Cuando gane la baza, continué con el J. La declarante descartó un diamante alto del muerto, mi compañero cubrio con la Q y la declarante de nuevo aflojo.
Mi partner rápidamente vio lo que sucedería si continuaba jugando espadas: La declarante no solo se vería obligada a jugar su as, también iba a poder desbloquear el otro diamante alto del muerto en la misma baza. Así que sabiamente cambió al J.
Yo también estaba consciente de la trampa que mi partner había evitado. Muy poco-de viejecita-…como para habernos puesto esa trampa…pensé.
La expresión facial de la declarante era de inmutabilidad. Una dulce sonrisa se dibujaba en sus labios mientras estudiaba la mano. La declarante tomó el J con el K del muerto y volvió con el 10, que me llego sin cubrir. Naturalmente, aflojé. Yo no queria establecer una entrada a la mano cerrada.
Luego la declarante pidió jugar el as de corazones y un pequeño corazón, despejando el palo, y yo ahora estaba en mi mano con el rey. Volví rápidamente un pequeño trebol. La declarante gano con el A del muerto y jugo un pequeño trebol, que mi pareja tomó con su 10. No tenía sentido que yo sobre tomara con la Q: sólo hubiera establecido el 8 del muerto.
Mi partner, en cambio, se vio forzado a salir de su mano jugando una espada o un diamante, dandole a la declarante el resto de las bazas y el contrato. Una mano perfectamente jugada, pensé. Todo el mundo puede jugar las cartas estos días, incluso las viejecitas. Es la defensa la que separa a los hombres de los niños – o, en este caso, los hombres de las LOLs.
Podriamos haber hecho slam en diamante, partner, confio una de las señoras en voz baja a la otra. Pero yo tenía la corazonada que muy pocos sentados en Este-Oeste debian haber alcanzado ese contrato. Y tenía razón, me di cuenta, al abrir planilla circulante. Nadie hasta el momento habia hecho game en E/O.
En la segunda tablilla, convencido de que la agresividad nos ayudaria contra nuestras oponentes de modales suaves, empujé a seis diamantes que me doblaron despues de alguna oposición trémula en espadas. Ambo estabamos vulnerables.
La señora a mi izquierda eligió salir con el 5. Gané la baza en el muerto y traté rápidamente de descartar un corazon en los otros treboles altos. Si algun oponente llegaba a fallar, esperaba que fuera con un pequeño diamante y que eso me diera la oportunidad de que el as y rey de triunfos cayeran abrazados mas tarde.
Pero la señora a mi derecha fallo en la segunda ronda de trebol, no con su ocho, pero con su as. Descarté un corazón, pero no me sirvió de nada. Tenía una perdedora de corazón si los corazones estaban tres-tres.
Bueno, me fui dos abajo perdiendo 500 puntos. Nadie habia anotado tantos puntos en Este-Oeste. Otro poco de little-Old-Lady-nuevamente, pense, primero me forzaron a un sacrificio fantasma, y despues me pague mas de una multa. Pero yo lo atribuí a la mera casualidad. Había una tablilla más en el conjunto, en la que tal vez las damas por fin iban a poder cumplir con sus roles prototípicos:
Aquí mi pareja y yo llegamos el contrato mas comodo que se podia hacer – cuatro diamantes. Está bien, miren si no me creen! Era imposible de vencer.
La señora a mi izquierda inició el ataque con el K y el A y luego, después de acariciarse la mejilla llena de polvo con su delicado dedo, siguió con un tercer trebol. «Buen intento para un uppercut querida.» Me dije a mí mismo, pero esta vez tengo demasiado en triunfos «.
Yo falle con el dos en la mesa, feliz de que Este desperdiciera un pequeño diamante, sabía que Este tenía el as, por cierto, ya que Oeste había hecho una preventiva en trebol. Y ¿qué le parece que hizo Este? Fallo la tercera baza con su as de diamantes. Poco después tuve que perder una segunda baza de triunfo con la dama y me fui una abajo, nuestra tercera mala tablilla seguida.
«¿Por qué jugó su as de diamantes en ese tercer trebol?«, le pregunté a la señora a mi derecha lastimeramente. Ella se rió y respondió. «Supongo que cuando matamos un contrato, nos gusta matarlo bien muerto. Somos un demonio, ¿no es así ?. Sus ojos brillaban con picardía, y la piel satinada alrededor de ellos se arrugaba con regocijo diabólico. Yo había tenido una experiencia de tres manos traumáticas, y creanme – que sé con certeza ahora – que las LOLs no son apariciones fantasmagóricas.