«No me gusta mirar hacia atrás. Siempre estoy constantemente mirando hacia adelante. Yo no soy del tipo que se sienta y llora sobre la leche derramada. Estoy demasiado ocupado buscando la próxima vaca.» – Gordon Ramsey

 

Los días difíciles son sólo eso – dificiles.

 

Hay partidos que se pueden ganar, transcurren tantos momentos diferentes, que cualquier pérdida momentánea de concentración puede ser fatal. Pensar en una mano que se acaba de jugar, a menudo contribuye a la siguiente atrocidad, y no siempre en la mesa. He sido testigo de más de un par de accidentes mínimos en el estacionamiento después de una sesión, por no hablar de un par de sustos en el cruce peatonal o de jugadores extraviados en el tráfico mientras estan absorbidos por una profunda consideración en una desafortunada experiencia del juego que acaba de finalizar.

 

Los atletas hacen frente a estas cuestiones de muy variadas maneras. Personalmente, pierdo un montón de sueño en cada una de mis menos que estelares actuaciones – hubo un North American Bridge Championship, donde promedie menos de tres horas por noche de sueño en los últimos nueve días de un evento de diez días. Afortunadamente, estoy tan acostumbrado a este estado que a menudo juego adecuadamente a pesar de estar prácticamente desprovisto de toda energía. Yo tenía un compañero que podía dormir, independientemente de cómo había jugado – el único rasgo verdaderamente molesto que me expuso durante los casi diez años que jugamos juntos.

 

No es que no soporto las pérdidas, ya que mi vida como competidor ha estado llena de ellas. Es sólo que no puedo creer que un atleta de mi habilidad y experiencia pueda cometer algunos de los errores que hago. Sin embargo, me consuela algo que Bob Hamman expresó en palabras similares a las siguientes:

 

Todos los grandes jugadores juegan mal, todo el resto del mundo juega peor.

 

Debo estar mejorando.