The Milwaukee Journal – Enero 30, 1946
Durante un viaje a Italia, cuando aun era joven, el experto en bridge Ely Culbertson se enredo en una discusión sobre el matrimonio.
«La mayoría de la gente elige a sus compañeros de toda la vida sin ningun orden. Pero no YO», se jactó Culbertson. He hecho una lista mental de las virtudes que deseo en una mujer y estoy decidido a casarme con esa chica «.
«Incluso si tal persona soñada existiera. ¿Cómo espera conocerla?» le preguntó su compañero.
«Enfoque científico», se rió entre dientes triunfalmente Culbertson. Un anuncio en el periódico, con la lista de las calificaciones exactas, tal como la edad, las medidas, la personalidad deberian hacerme cumplir el contrato«.
«Supongo,» se burló el otro. Su anuncio deberia decir: «Se busca, una mujer unica. Debe tener las siguientes calificaciones».
«Puedo ser más sutil, publicitar un modelo y luego tratar de conquistarla».
Culbertson hizo precisamente eso y recibió varios cientos de respuestas.
Para cada solicitante, él respondia con notas, haciendo los arreglos sobre donde encontrarse con ellas, siempre en la misma esquina, en momentos determinados, donde él podía ser reconocido por su flor blanca en la solapa. Naturalmente arreglaba los tiempos para que nunca dos solicitantes coincidieran.
Desafortunadamente el metodo científico caza esposas de Culbertson fue un fracaso porque nunca terminó de entrevistar a todas las señoritas que le contestaron su anuncio. Como estos extraños tejemanejes siempre en la misma esquina tuvieron lugar durante la última guerra, Culbertson comenzó a ser mirado con recelo por la policia que finalmente le pidió que abandonara Italia.
Finalmente Culbertson se casó en los Estados Unidos despues de conocer a su esposa no de una manera pre-armada, sino de la forma convencional habitual a través de una presentación formal.
La pareja se divorció algunos años despues.