Bridge y Humor: Historias de Bridge I por Lee Hazen

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BRIDGE STORIES by LEE HAZEN,  told to Thomas H. Wolf; From CoMers Magazine, December 1946

GRAND SLAM GAGS

Sin importar qué tan serio se toman el bridge, incluso los expertos ven suceder algunas cosas divertidas. Aquí, un campeón de torneos nos cuenta algunas de sus historias mas divertidas.

Hay millones de jugadores de bridge en América, Muchos de estos son patanes. Pero incluso entre los jugadores de alto rango una ordinaria goma de mascar puede hacer un mundo de diferencia. Un chicle realmente hizo ganar un torneo nacional americano… Todo surgió durante la ronda final del Campeonato de Parejas de hombres en 1934.

La mayoría de los jugadores ya había terminado y estaban de pie alrededor de la media docena de mesas que todavía estaban jugando en el centro de la enorme sala llena de humo: el Grand Ballroom del Hotel Commodore de Nueva York.

Yo estaba en un grupo de unos cincuenta kibitzers que estaban apretados alrededor de la mesa en la que jugaban una mano crucial Ted Lightner y Ely Culbertson, contra David Burnstine y Oswald Jacoby. Lightner había ganado la subasta y era el declarante de seis espadas.

Como yo ya había jugado esta misma mano, solo unos minutos antes, sabía que el éxito o el fracaso de Jacoby y Burnstine dependía totalmente de la salida de este último. Ademas el resultado del torneo dependía del resultado de esta mano.

Cuando los expertos juegan bridge, las cartas representan sólo alrededor del cincuenta por ciento del valor de cualquier mano. El otro cincuenta por ciento es la psicología. En esta situación difícil, Burnstine hizo pleno uso de su conocimiento de las debilidades de sus oponentes.

Sabía que Lightner y Culbertson se encontraban entre los jugadores más nerviosos del bridge. Ely, sobre todo, odiaba tener que esperar. Cuando, como en este caso, él debía ser el muerto, se agitaba y se inquietaba hasta ver la salida. Luego tendía su mano, sin siquiera tomarse la molestia de separar los palos, y se iba corriendo de la mesa. No podia soportar el suspenso de ver jugar la mano.

Al darse cuenta de que el campeonato bien podría depender de su salida inicial, Burnstine decidió tomarse su tiempo. Muy deliberadamente él metió la mano en el bolsillo y sacó un pedazo de goma de mascar. La desenvolvió con cuidado, la puso lentamente en la boca y comenzó a mascar lentamente.

Para entonces Ted Lightner realmente se retorcía en su asiento. Ely estaba fuera de sí por su impaciencia. Pero aún así Burnstine no podía decidir de qué salir. Y, en cualquier caso, no podía salir hasta que se hubiera desecho de la envoltura de la goma de mascar. Así que la arrojó sobre la mesa.

Como un relámpago Culbertson arrojó su mano sobre la mesa. Un instante después se dio cuenta de su error y rápidamente recogió las cartas. Pero ya era muy tarde.

Aprovechando su mirada inesperada del muerto, Burnstine hizo la salida que multaba el contrato.