Todo esta en su Cabeza II por GS Jade Barrett

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Todos sabemos la frustración que experimentamos cuando nuestro equipo está teniendo un mal día. Regresan 170 en lugar de 620, o se olvidan de la keycard que estan jugando y declaran slam faltando dos ases, tal vez defienden mal un parcial doblado que los opps cumplen. Todo el mundo tiene días como esos.

Hay que practicar nuestras buenas habilidades de compañeros de equipo, nos compadecemos de la mejor manera posible: «Mala suerte», o «Las cosas van a ir mejor en el próximo match», o mejor aún, no decir nada cuando las cosas son realmente terribles.

Satellite Stew Mackiegan (que en paz descanse – Ah, y les contaré la historia de su apodo otro día), un compañero mío de cuando los dinosaurios poblaban la Tierra, comenzaba a hablar de nuestros planes para la cena siempre que nuestros compañeros de equipo acababan de ser enterrados en un match de la tarde, lo que nos ayudaba a que todos nosotros nos olvidaramos de los pensamientos dolorosos por la derrota. Las pérdidas de la tarde generaban charlas sobre otros deportes, o si el partido era realmente desatroso, la visita a la barra de inmediato. Con todo, él era un excelente miembro del equipo.

Mientras que consolar a nuestros compañeros de equipo es una buena acción a tomar, no es nuestra mayor responsabilidad hacia ellos. Después de un match terrible, tenemos que ser los jugadores fuertes que ellos esperan que seamos. Nosotros no somos responsables de recuperar lo perdido, de hecho todo lo contrario. Tenemos que jugar como si ellos fueran los mejores jugadores en la sala y hacer nuestro juego.

Muchos equipos han perdido campeonatos mundiales o campeonatos nacionales por venirse abajo después de un mal juego. Una particularmente mala situación es si la mejor pareja es la que ha generado el mal resultado. A menudo esa pareja siente la necesidad de recuperar todo en el siguiente juego, asumiendo riesgos que no suelen asumir. Al adoptar este enfoque dejan de jugar de la manera que los hace fuertes, y terminan siendo menos de lo que podrían ser.

Sus compañeros los eligieron por su juego. Le debe a ellos ser la pareja con la que ellos decidieron jugar, nada más y nada menos. Un verdadero buen equipo es aquel que resiste las pérdidas ocasionales y celebra sus éxitos.