The Hour – 6 May 1996 por Steve Becker
NR: Recuerde que esta nota fue publicada en 1996.
La Cavendish Invitational, es tal vez el torneo de parejas más fuerte del mundo. Este evento anual, tiene premios sustanciales en efectivo a los primeros clasificados, y acostumbra a tener en su campo a muchos de los mejores jugadores del mundo. La mano de hoy tuvo lugar en el torneo del año pasado, que fue ganado por Paul Soloway y Harry Tudor. El héroe de hoy fue el varias veces campeón del mundo Jeff Meckstroth, quien, con el oportunismo característico, aprovechó un par de resbalones defensivos inofensivos de sus oponentes para cumplir un contrato de cuatro corazones aparentemente sin esperanzas.
Meckstroth sin duda quedo un poco sorprendido cuando el muerto produjo una mano equilibrada de 12 puntos, por su doblo de saque de una apertura débil de dos corazones de Oeste. Dada la distribución de los corazones y los diamantes, el declarante parecía destinado a irse una abajo, perdiendo dos corazones, un diamante y un trebol.
Meckstroth jugó bajo del muerto en la salida de diamante y ganó el nueve de Este con el as. Cobró el AKJ de espadas, Este descartó un trebol supuestamente inútil en la tercera ronda. Meckstroth luego jugó el 6 de corazón de su mano.
Oeste le dio a la carta una mirada dura y decidió jugar bajo, sin duda temiendo que Este tuviera el rey singleton. Cuando el valet del muerto ganó la baza, nada parecía haberse perdido, ya que Oeste todavía tenía dos bazas de corazón. Pero Meckstroth tenía una idea diferente. El declarante siguió con un trebol chico del muerto, Este ganó con el valet. La vuelta de trebol de Este fue cubierta por el rey y el as, y un tercer trebol del muerto fue ganado por la dama de Este, en la que Meckstroth descartó un corazón!
Cuando Este, continuó con su último trebol, Meckstroth nuevamente descartó corazon de ambas manos. Fue aquí que el descarte anterior de trebol de Este volvió a perseguirlo. Todavía en su mano con nada más que diamantes, se vio obligado a volver un diamante hacia el KJ del muerto, y el contrato de «imposible» se volvió posible.
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