Reading Eagle – Nov 23, 2004
Cuando se esta jugando una mano, por lo general es correcto utilizar principios bien establecidos. Principios cuya eficacia ha sido confirmada y promulgada por las más altas autoridades, y que tienden a ser una buena guía en la mayoría de las manos. Pero – y aquí está el problema – la mayoría de las veces no implica siempre, y el buen jugador debe vigilar constantemente la excepción que confirma la regla.
Considere esta mano donde Sur fallo en una situación en la que todo jugador se encuentra con frecuencia.
Salida: Q
Gano la salida con el A, jugo un triunfo chico al 8 y volvió un trebol. Cuando Este jugo chico, Sur paso el jack.
Oeste gano con la Q y volvió un triunfo. El declarante jugo el J del muerto y salio jugando otro trebol. El K perdió con el A y Oeste volvió un tercer triunfo. Finalmente, Sur perdió un diamante y otro trebol para una abajo.
En efecto, Sur fue llevado por el mal camino por su tenencia de K J x frente a dos cartas pequeñas. Si hubiera tenido el 4-3-2 de trebol, seguramente hubiera cumplido el contrato. Él hubiera jugado un trebol de su mano en la baza dos y más tarde fallado un trebol en el muerto para concretar su contrato.
Fue esa jugada inicial de un triunfo al muerto – para salir jugando trebol hacia el K J x – lo que le abrió la puerta a la derrota. Es cierto que en la mayoría de las manos, con una combinación tal, un declarante no se atrevería a soñar con jugar el rey, jack o el cuatro hacia el 6-5 del muerto.
Pero eso es precisamente lo que Sur debería haber hecho aquí. Reconozco que la jugada parece un sacrilegio – groseramente viola la regla que se debe jugar hacia la fuerza en lugar de jugar desde ella – pero lo cierto es que la violación de la regla asegura el contrato, mientras que seguirla lo pone en peligro.
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