IBPA Editorial del mes de Setiembre
Las opiniones expresadas aquí son de exclusiva responsabilidad del editor. Existe una creciente frustración entre los mejores jugadores de bridge sobre la incapacidad de los administradores del bridge para frenar, y mucho menos eliminar, la trampa o el engaño. Hay por lo menos cinco grandes problemas, aparte de la propia trampa:
(i.) La postura de avestruz sobre la trampa, adoptada por la mayoría de las organizaciones del bridge.
(ii.) La falta de protocolos estándar y eficaces tanto para revelar como para castigar la trampa.
(iii.) La falta de experiencia entre los administradores sobre el manejo de acusaciones de fraude.
(iv.) La falta de comunicación y cooperación entre las distintas organizaciones como la WBF, la EBL, la ACBL y otros organismos regionales y nacionales.
(v.) La posibilidad de una acción legal interpuesta por los acusados contra las organizaciones de bridge.
Frustraciones similares fueron evidentes en varios deportes que se practican bajo la bandera olímpica (natación, atletismo, ciclismo, patinaje de velocidad, levantamiento de pesas, etc.) antes que el COI finalmente reconociera el problema creando la AMA (Agencia Mundial Antidopaje). La AMA pone a prueba a los atletas sobre: sustancias prohibidas y restringidas, dentro y fuera de la competencia y emplea a un equipo de médicos expertos, químicos y técnicos para analizar las muestras de orina y sangre para esas sustancias. No es necesario ver a un atleta inyectarse a sí mismo – todo lo que se requiere es establecer niveles elevados de una sustancia prohibida, regulada o restringida para llegar a la suspensión y / o expulsión.
En el bridge, la trampa es nuestra ‘droga’. Muchos buenos jugadores tienen fuertes sentimientos acerca de varias parejas, quiénes ellos «creen» que han cruzado la línea. Ellos lo saben debido a las acciones continuas de bridge de las parejas sospechadas en muchas situaciones en la subasta y en la defensa.
El primer paso, como siempre, es reconocer que hay un problema, algo que los mejores jugadores se dan cuenta, pero eso no es universalmente aceptado entre los administradores del bridge. Los administradores tienen que escuchar y prestar atención a los mejores jugadores.
El segundo paso es tomar medidas. Comenzando con el problema (ii.), Una solución sería que la WBF (con la asistencia de los organismos regionales y nacionales) cree un foro de jugadores internacionales de élite (llamémoslo WACA, la Agencia Mundial Anti-engaño, o tal vez algo más político como WBCC, la Comisión World Bridge Compliance Commission). Esto resolvería el problema (ii.). La resolución del problema (iii.) Requeriría que este organismo esté compuesto por jugadores expertos respetados universalmente, muy experimentados y cuya ética y reputación sean irreprochables. No políticos, ni administradores, no jugadores no pertenecientes a la élite, excepto tal vez en una función de enlace o para el archivo. Podría ser una buena idea tener un abogado y un director de torneos, que sean expertos de bridge también. La agencia debería analizar la evidencia de las manos y decidir si hay niveles inaceptables de «testosterona» presente. Los administradores, por lo general, no están equipados para hacer esos juicios, al igual que los no MDs / doctores no están calificados para analizar la sangre y la orina para encontrar el abuso de sustancias químicas y biológicas. Los jugadores que conformaran cada audición de un caso concreto no deberían ser competidores directos de la parte acusada – la agencia tendría que ser lo suficientemente grande como para dar cabida a los casos en todos los grupos de competitivos de bridge: Open, Damas, Seniors y Juniors.
Actualmente, la sensación entre los administradores parece ser que tienen que encontrar a la pareja sospechada en el momento de la señalización (‘inyectandose’) para suspenderla o expulsarla. Como es el caso con la WADA, no debería ser necesario en el bridge – la evidencia está ahí para que los jugadores expertos la vean; lo que se necesita es un mecanismo para la adopción de medidas sobre la base de los resultados de la ‘prueba’. El estándar de la prueba tiene que ser alto – no podemos permitir que ningún inocente sea condenado. Por lo tanto debe existir también un mecanismo para que los acusados presenten su caso.
El siguiente paso, la resolución del problema (iv.). Sería la de hacer que las decisiones del WACA sean vinculantes para la WBF y todos los organismos regionales y nacionales. Se necesita que, si no existe un acuerdo sobre las sanciones, lo haya sobre los procedimientos establecidos para asegurar el cumplimiento de las sanciones y la correcta comunicación entre todas las organizaciones del bridge.
Por último, el problema (v.), las entidades organizadoras deben asegurarse de que se tomen medidas para proteger al WACA, la WBF y a los organismos regionales y nacionales de las demandas presentadas por los condenados (esto es especialmente preocupante en América del Norte). En los deportes de equipos profesionales, algunas ligas tienen un Acuerdo de Negociación Colectiva que define cuáles son los derechos y responsabilidades de los jugadores y que delinea los pasos que deben seguir los administradores para sancionar a un jugador por, entre otras cosas, el uso de drogas o por actividad delictiva. Sin embargo, otros deportes requieren que los jugadores firmen un documento indicando que van a aceptar los procedimientos prescritos, y que van a comportarse de una determinada manera y que estarán de acuerdo con las decisiones de un órgano como el WACA. A falta de algo parecido a un Acuerdo de Negociación Colectiva, este último esquema sería más apropiado para el bridge. Tengan en cuenta que la WBF y algunos NBOs ya requieren que los jugadores firmen un «Acuerdo del Competidor» antes de que se les permita participar. Sería una simple cuestión: incluir una cláusula según la cual el jugador se compromete a respetar todas las decisiones del WACA y abandonar el derecho a acciones legales como resultado de las decisiones del WACA. Además, la WBF ya cuenta con un Comité de Credenciales para aprobar a los jugadores que pueden jugar en sus Campeonatos.
Este enfoque no está exento de dificultades: algunas de ellas inmediatamente me vienen a la mente:
1. El WACA tendría que tener un proceso de filtro de modo que solamente los casos graves y bien documentados sean escuchados para que la agencia no quede sobrepasada de casos.
2. Las parejas inocentes deben ser protegidas contra los traficantes de rumores y las falsas acusaciones.
3. Las responsabilidades (por ejemplo, quién trae el caso y la documentación reunida) necesitan ser claramente definidas.
4. La determinación de quién asume el costo de la investigación, la revisión judicial y las consecuencias jurídicas necesita ser definida.
5. La cuestión de firmar una renuncia al derecho de emprender acciones legales necesita ser examinada para determinar si en realidad es legalmente valida en las distintas jurisdicciones. (¿Es un contrato legal?)
Estos no son problemas insuperables, pero necesitan ser considerados antes de la aplicación de este o cualquier otro plan. Es claro que se necesita un enfoque diferente para la erradicación de la trampa. Siguiendo el ejemplo establecido por el COI, sobre todo porque esperamos eventualmente unirnos a los Juegos Olímpicos, sería una buena solución. Jugar bridge es un privilegio, no un derecho, y tenemos que reservar (y conservar) ese privilegio para aquellos que siguen las reglas.
Este editorial fue motivada en parte por las acusaciones dirigidas contra jugadores israelíes Lotán Fisher y Ron Schwartz.
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