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El engaño como Arte por Ely Culbertson

Pittsburgh Post-Gazette – 7 Ene 1936

En muchos años en y alrededor de la mesa de bridge he encontrado decenas de magníficas manos. Tal vez tengo un sentido artístico distorsionado, pero debo confesar que me atrajeron como pura belleza, comparable a una delicada poesía o a una pieza musical.

Mi entusiasmo alcanzó su punto más alto cuando la mano que estoy presentando hoy me fue acercada. Comparada a las manos con líneas psicológicas, nunca he visto nada igual.

Sur, dador. Norte-Sur vulnerable.

Que se entienda que. Yo desapruebo de todo corazón la subasta. La cual no fue nada menos que fantástica. La mano pasó a ser jugada en un juego de MP, un duplicado y Sur estaba buscando un «top», de ahí su elección para NT en lugar de diamantes para el Grand Slam, que obviamente estaba tendido.

Sin embargo, esta fue la explicación, ciertamente no una excusa. Oeste, que para el declarante era un excelente jugador, salió con el seis de trebol. Antes de jugar una sola carta, ya sea del muerto o de su propia mano, el declarante estudió cuidadosamente la situación. A la vista había cinco diamantes, una espada, dos corazones y tres bazas de trbol, un total de 11. Si el diez de trebol del muerto hacia la primera baza, se añadiría otra baza. Pero, ¿de dónde conseguir la decimotercera?

Era inconcebible que un experto como Oeste pudiera haber salido de un trebol bajo de cuatro al jack contra un contrato de siete no triunfos. Tal salida sería un sacrilegio del bridge. Entonces, si el diez fuera a hacer baza, era seguro que el palo de trebol no iba a estar bien. Pero si Oeste, en realidad tenia un palo largo de trebol y un stopper de corazon, podría convencerse de que este último palo era vital y que debía protegerlo, el éxito inevitablemente lo seguiría.

El diez de trebol se jugó sólo después de todo este razonamiento – Sur no podía permitirse quedarse en la mano sin excitar la sospecha. Cuando el diez no fue cubierto por Este, el declarante rápidamente sobre-tomó con su dama!

Luego procedió a correr cinco bazas de diamante. ¿Cómo podía Oeste, a pesar de su pericia, no ser engañado? En el descarte en los diamantes, qué jugador no habría tirado lejos sus tréboles, contando al declarante con A K Q en blanco; con el fin de guardar el palo de corazón?

Oeste no era clarividente — y cayó en la trampa! Y el grand slam se convirtió en un contrato tendido con cinco tréboles, cinco diamantes, dos corazones y una espada.

Esta entrada también está disponible en: Inglés

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