Roberto Darvas, el brillante jugador húngaro, autor de «Right through the pack» ha escrito hace ya tiempo el relato semi-infernal que reproducimos a continuación. La «chispa» de su autor, puesta al servicio de un ameno estilo, ha de ser seguramente apreciada por nuestros lectores.
* * *
Habíamos ganado el Campeonato del Mundo y los diarios comentaban elogiosamente nuestra actuación. Yo era presentado como el arquetipo del jugador de sangre fría, mientras que a mi compañero, el doctor Audax, se le consideraba como un ejemplo de temperamento agresivo. Oriundo de Viena, cuando perdía la calma, se volvía pendenciero y replicaba y maldecía en alemán.
Estábamos celebrando nuestro triunfo y un tanto intoxicados por el éxito y el champagne, nos vanagloriábamos sin ambages. —
«Somos invencibles —expresé y no hay en todo el mundo una pareja que pueda superarnos.» —
«No sólo sobre la tierra —exclamó Audax en un arrebato —y siendo UD mi compañero, me animaría a enfrentar a los mismos demonios». —
«Y no tenga duda de que lo acompañaría gustoso».
Era ya tarde cuando llegamos a nuestro hotel y a punto de prepararnos para descansar escuchamos unos ruidos raros en la chimenea. Al mismo tiempo un fuerte olor a azufre llenó la habitacion. Con infinito asombro, observamos que aparecía en el hogar una cara diabólica seguida por un cuerpo cubierto de un espeso vello: era nada menos que Belcebú luchando con sus cadenas. Pocos segundos después, aparecio, Mefistófeles, muy elegante en su traje de terciopelo púrpura. Quedamos estupefactos cuando Mefistófeles, dirigiendose a nosotros, expresó:
«Ustedes han tenido la audacia de desafiarnos y aquí estamos dispuestos a recoger el guante».
Yo fui el primero en reaccionar: «Pero nosotros no los hemos desafiado» respondí tímidamente.
«Famosos héroes… cuando están solos» —replicó Belcebú con sorna. «¿Por qué no mantienen su bluff? ¿O es que el valor los ha abandonado?»
Me avergüenzo al confesarlo, pero estaba arrepentido de nuestro desplante. Pero Audax, trocando su sorpresa en furia, encaró a los demonios, gritando violentamente:
«Cerrad vuestros lúgubres hocicos, monstruos repugnantes. ¿Con qué derecho os atrevéis a suponernos cobardes? Ihr miserable Schufte! »
«Está bien, ya que no nos teméis, no tenemos más que convenir las condiciones. Jugaremos un «rubber» y los perdedores deberán estar al servicio de los ganadores durante siete años».
«¿Y si rehusamos? —pregunté.
«Seréis castigados por vuestra osadía. Jugaremos como si lo hiciéramos por dinero. ¡Ya veréis lo que es bueno!».
«No nos desdecimos y jugaremos contra ustedes» —interrumpió Audax. Nos sentamos y yo di la primera mano.
Dr. Audacioux | ||
J 5 3 8 4 Q J 5 A Q 10 9 6 |
||
Beelzebub | Mephistopheles | |
Me | ||
A K 2 K 10 A 10 9 7 3 7 5 2 |
West | North | East | South |
1 | |||
Pass | 2 | Pass | 2NT |
Pass | 3NT | The End |
Belcebú salió con el 6 y como Mefistófeles sirvió la Dama, tuve que tomar la baza con el Rey. De inmediato, me dediqué a planear mi juego. Era imposible cumplir el contrato sin recurrir a una «finesse». Entre los dos palos menores, los diamantes ofrecían mejores probabilidades, puesto que sólo me faltaba una carta (el Rey), mientras que en trébol tenía que tratar de capturar el Rey y el Jack. Si Mefistófeles tenía el Rey de diamante, podría ganar cinco bazas en ese palo y salir airoso de mi compromiso sin necesidad de otra maniobra.
Por consiguiente, jugué un trébol hacia el As para atacar diamante desde el «muerto». Pero sobre el As de trébol, Mefistófeles entregó el Rey. ¡Un momento! El contrato está cumplido. Belcebú ha tenido originariamente el Jack cuarto y sólo tengo que volver a mi mano y hacer una «finesse» para capturarlo y ganar en trébol las cinco bazas que pensaba obtener en diamante. Ya tranquilo, retomé la mano con pique y jugué trébol. Belcebú jugó bajo y yo, saboreando de antemano mi triunfo, pasé el 10: Mefistófeles, muy tranquilo, tomó con el Jack, devolvió corazón y mi contrato quedó para otra vez…
El muy ladino había adivinado todo mi plan y como, por la subasta, sabía que su Rey de diamante estaba mal colocado y que yo cumpliría, ideó la infernal trampa en la que caí como un chorlito. Confieso que comencé a respetarlo. Su defensa había sido verdaderamente diabólica. La segunda mano fue incolora; en la tercera los demonios se colocaron en situación vulnerable y lo mismo hicimos nosotros en la cuarta.
He aquí lo que aconteció en la quinta:
Dr. Audacioux | ||
8 4 3 K Q 9 8 2 6 2 K 4 3 |
||
Beelzebub | Mephistopheles | |
Me | ||
A K 6 7 4 A 9 7 5 A 9 6 5 |
West | North | East | South |
1 | Double | ||
Pass | 1 | Pass | 2NT |
Pass | 3NT | Double | The End |
Belcebú salió con el 8 y Mefistófeles sirvió el diez. Yo veía ocho diamantes y suponiendo que Mefistófeles habría declarado un palo quinto, cedí la baza porqué su compañero debía tener otro diamante. En ese momento, Belcebú estornudó como él solo es capaz de hacerlo y algunas cartas cayeron cara arriba sobre la mesa. Aunque las recogió rápidamente alcancé a ver, tres corazones: el As y dos cartas bajas. ¡Esta es la mía! me dije, porque mi temor de que fuera Mefistófeles el dueño del As de corazón, desaparecía automáticamente. Ahora podría jugar dos veces ese palo desde mi mano y ganar cuatro bazas con las cartas del «muerto» y mi contrato quedaba asegurado.
«Muchas gracias Belcebú —exclamé ¡Ya tengo el partido ganado!».
«Ya veremos —repuso mi adversario —¿Quiere Ud. apostar un año extra?».
«Si Ud. no tiene más de tres corazones y si no tiene el resto de los diamantes, acepto la apuesta».
«Convenido». Mefistófeles jugó el Rey de diamantes; yo tomé con el As… ¡Y me fuí abajo!
¿Que cómo sucedió?
Pues del siguiente modo: Cuando, sobre la segunda vuelta de diamante, yo jugué el As, Belcebú, que había estado originariamente semifallo en ese palo ¡Descartó su As de corazón! Gracias a esa artimaña del «caza-moscas», el Jack de corazón tercero de Mefistófeles, limitó a dos las bazas que el «muerto» podía ganar sin entregar la mano y como el Señor de los Infiernos detenía también los palos negros, no pude evitar la multa.
A pesar de mi alabada sangre fría no pude disimular un gesto de disgusto y confieso que mis deseos de venganza eran grandes. Fue así como se dió la mano que sigue:
Dr. Audacioux | ||
Beelzebub | Mephistopheles | |
K J 8 2 Q 6 3 4 3 Q 10 8 2 |
||
Me | ||
A Q 4 3 8 4 2 A 10 8 2 K 5 |
Nuestros peligrosos contrarios llegaron a un contrato de 4 Piques mediante la siguiente subasta:
West | North | East | South |
1 | |||
1NT | 2 | 2 | 3 |
3 | Pass | 4 | Double |
Pass | Pass | ReDouble | The End |
Salí con el A y cuando repetí el palo, el Jack de Audax fue fallado por Mefistófeles, quien continuó con el 10 de triunfo. Yo jugué bajo, lo mismo hizo el «muerto» y mi compañero descartó un pequeño corazón. Mefistófeles siguió arrastrando y yo tomé con el As. —
«Ha tomado porque tiene una excelente salida» —observó con sorna mi adversario.
Realmente, me encontraba en una situación desesperada. El descarte de mi compañero me hacía ver que en corazón no podíamos pretender ni una baza; mis triunfos estaban a punto de ser capturados, y la única esperanza —insuficiente para frustrar el contrato— era mi Rey de trébol.
Al notar mi preocupación, Mefistófeles prosiguió irónicamente:
«Si quiere, puede jugar trébol, evitándome la necesidad de hacer una «finesse»; o corazón hacia mi As-Rey… o un triunfo, si le parece preferible!». ,
«Que me condenen si juego alguna de esas cosas!» —exclamé amoscado— » ¡Ahí va un diamante para que falle y descarte!».
Acompañando la jugada con un odioso relincho, Mefistófeles descartó un trébol de la mesa y falló en su mano. Enseguida, entró al «muerto» con la dama de corazón y salió con la de trébol, dejándola correr. Yo tomé y repetí diamante. –
» ¡Siga relinchando si le gusta! —le espeté triunfante — ¿Le quedará otro triunfo para cruzar mi dama? —»Una buena jugada» —dijo simplemente un tanto deprimido.
Belcebú dió las cartas en la mano siguiente. Mi mano no era para hacerse ilusiones: seis tréboles a la dama y una colección de cuatros y cincos. He aquí la subasta:
West | North | East | South |
Beelzebub | Dr. Audacioux | Mephistopheles | Me |
1 | Double | ReDouble | 2 |
4 | 5 | 5 | Pass |
Pass | 6 | Double | Pass |
Pass | ReDouble | Pass | Pass |
6 |
Al llegar a este punto, Audax perdió por completo la serenidad y entró de lleno en su «variante alemana»: «Donnerwetter» —exclamó furioso — «Sieben Kreuz! «.
¡ Tableau! Al oír la palabra «Kreuz » —que en alemán significa al mismo tiempo «cruz» y «trébol» —los demonios, llevándose la mesa por delante, desaparecieron precipitadamente por la chimenea. Ganamos por abandono. Pero ninguno de nosotros se preocupó por cobrar la apuesta.
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