Hay una historia famosa sobre un jugador excelente de Chicago a principios de 1940, que estaba jugando contra expertos en un evento nacional. Habia al menos 50 kibitzers en la mesa. El experto oyó a sus oponentes declarar fácilmente un pequeño slam en espadas. El estaba a la izquierda del declarante y se mantuvo:
Q2 5432 97642 A7
Después de poner el as de trebol sobre la mesa, continuó con su segundo trebol, ganado por el declarante. En este punto, el de Chicago se disculpó y dijo que la naturaleza lo obligaba a hacer un viaje al baño. Volviendose al espectador más cercano, dijo con dulzura:
«¿Podría jugar el resto de la mano por mí? Sólo tiene que seguir el palo.» Y se marchó.
El declarante, naturalmente, razonó que si su oponente no tenía más interés en la mano, la dama de triunfo tenia que estar a su derecha. Así que el declarante hizo la finesse en triunfos, aunque le faltaban sólo cuatro cartas en el palo. El kibitzer se sorprendió cuando ganó la baza que derroto el contrato.
No va a encontrar este pequeño truco en un libro de bridge. Pero si alguien me lo hiciera a mí, podría convertirme en la reencarnación de D’Artagnan. De todos modos, la mayoría de los aficionados del duplicado están demasiado enganchados en la gratificación mental de este desafiante juego como para preocuparse por este tipo de casos aislados. Al igual que los demás, sólo tengo una cosa que decir – la proxima!
Esta entrada también está disponible en: Inglés