BRIDGE STORIES by LEE HAZEN, told to Thomas H. Wolf; From CoMers Magazine, December 1946
Como presidente del Comité de Ética de la ACBL, puedo responder por el hecho de que la conducta no ética es prácticamente desconocida en los torneos nacionales. De vez en cuando, sin darse cuenta, un jugador consigue una vista de la mano de un oponente. Pero los jugadores, incluso los buenos, tienen sus cartas de una manera tal, como para hacer imposible que sean vistas.
El dicho: «una mirada vale dos finesses» es la mayor subestimación en el bridge. Pero «los que tratan de ver las Cartas del otro» se convierten rápidamente en conocidos y son señalados por los otros jugadores.
Me acuerdo de un torneo local donde jugaba en pareja con una mujer de lo más encantadora. Después del primer par de manos, se hizo evidente que uno de nuestros oponentes se asomaba intencionalmente. Después de la cuarta o quinta mano cuando el ojo comenzó dirigirse hacia la mano de mi compañera, ella se volvió hacia él con su sonrisa muy dulce y le dijo: «Me gustaría que no mirara mi mano. Soy supersticiosa»
En otro torneo escuché a un experto decir ácidamente al jugador de su derecha: «¿Te importa si miro mi mano primero»
En realidad, el Comité de Ética tiene poco trabajo para hacer. No así los comités sobre la interpretación de las reglas. Recuerdo un incidente en el que una anciana le pidió al director del torneo que se pronuncie sobre un punto.
Ella había dicho cuatro diamantes sobre las cuatro espadas de un oponente. El director explicó la regla de rutina, que incluye la opción de hacer una oferta de diamantes suficiente, sin penalización.
Al finalizar la mano la señora buscó al director y se quejó. «Usted dijo que yo podía decir cinco diamantes» sin ninguna penalidad».
Bueno lo hice y me costo 1.700 puntos. ¿Qué quiso decir con ninguna penalidad? «